En enero de 1815, la noticia se difundió por todo el país: Andrew Jackson había derrotado decisivamente a los británicos en la batalla de Nueva Orleans. En una guerra en la que tanto habían salido mal para los Estados Unidos, en la que los británicos los habían vencido en casi todas las batallas terrestres y quemado su capital, los estadounidenses ahora leyeron y escucharon acerca de la brillante victoria de Jackson. Reaccionaron con euforia, celebrando con desfiles y banquetes. Para el presidente James Madison y sus contemporáneos, la Guerra de 1812 fue la culminación de lo que había comenzado en 1776; la Batalla de Nueva Orleans fue la última batalla de la Guerra Revolucionaria. La nación ahora se veía a sí misma como independiente. Dos de los símbolos nacionales más perdurables de Estados Unidos, el Tío Sam y el estandarte de estrellas, datan de este conflicto. La bandera original que inspiró a Francis Scott Key durante la defensa de Baltimore en 1814 está en permanente vista en el Museo Nacional de Historia de los Estados Unidos.
A través de retratos y objetos, la exposición narró este evento fundamental en la historia de Estados Unidos y destacó a personas que influyeron en eventos como el presidente James Madison y la primera dama Dolley Madison, el general Andrew Jackson, Henry Clay, John C. Calhoun y el poderoso líder indio Tecumseh.