Emily Howell Warner, primera mujer contratada como piloto permanente en una línea aérea comercial de EE.UU., abrió puertas para su género en una industria aún dominada por los hombres.
Su nombre de soltera era Emily Joyce Hanrahan y nació en Denver, Colorado. Al principio deseaba ser azafata, pero en su primer vuelo el piloto la invitó a visitar la cabina y ella decidió tomar clases de pilotaje. Al cabo de un año obtuvo su licencia de piloto, y a los 21 años de edad ya era instructora de vuelo a tiempo completo.
Warner siguió ascendiendo y empezó a buscar empleo como piloto en las líneas comerciales a fines de la década de 1960. Aunque estaba bien calificada (con más de cuatro veces el total de horas de vuelo requeridas), enfrentó repetidos rechazos hasta que en 1973 Frontier Airlines le ofreció empleo como segunda oficial. En este retrato tomado ese año por un fotógrafo anónimo, Warner aparece delante de un avión mirando a la distancia. Su sonrisa radiante delata la seguridad y el optimismo que la caracterizaban.
A lo largo de su extensa carrera, Warner marcó varios hitos en la historia de la aviación. Fue la primera mujer ascendida a capitana por una aerolínea estadounidense importante (1976) y la primera capitana en un vuelo comercial con un equipo totalmente femenino (1986). Hacia el fin de su vida reflexionó sobre su amor inalterable por la aviación: “Eso nunca lo pierdes... mirar al exterior y ver ese mundo de una manera diferente”.
