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[00:00:04] sonido de trinos de pájaros
[00:00:14] se escuchan pasos en la hierba, continúan los sonidos de pájaros en el fondo
[00:00:36] pájaros cantando; continúan los pasos y trinos en el fondo
[00:00:40] pausan los cantos de pájaros; continúan los pasos y trinos
[00:00:43] picoteo de un pájaro carpintero; continúan los pasos y trinos
[00:00:47] pájaro carpintero se desvanece en el fondo; continúan los pasos y trinos
[00:01:11] graznido de un cuervo; continúan los pasos y los trinos
[00:01:18] se detienen los pasos; continúan los trinos
[00:01:28] (Actor) Frederick Douglass: Me impresionaban algunos troncos y tocones viejos, que yo tomaba por bestias salvajes. [chasquido de látigo] Podía ver sus patas, sus ojos y orejas, o al menos lo que parecían patas, ojos y orejas, hasta que me acercaba lo suficiente para darme cuenta de que los ojos eran los nudos de los troncos blanqueados por la lluvia; y las patas eran ramas rotas [golpes de madera]; y las orejas lo eran tan solo si las mirabas desde cierto punto. [continúan los sonidos de pasos] Así, desde temprano aprendí que el punto desde el que miras algo tiene cierta importancia.
[00:02:27] chirridos, trinos de pájaros, continúan los pasos
[00:02:30] se detienen los pasos y trinos; continúan los chirridos, se oye música
[00:03:04] graznido de cuervo
[00:03:15] sube la música de violonchelo, sonido de aleteos, continúan los chirridos
[00:03:58] todo se detiene; un reloj hace tictac en el fondo
[00:04:04] nota fuerte de piano
[00:04:25] nota fuerte de piano
[00:04:35] el piano se desvanece, sonidos de platos y cubiertos
[00:04:40] se oye un violín
[00:04:47] el violín se detiene; nota fuerte de un piano
[00:04:50] el piano se desvanece, vuelve la comienza de violín, comienza un tictac rítmico
[00:05:06] el piano vuelve con fuerza
[00:05:22] continúa el tictac rítmico
[00:05:37] el tictac se desvanece, el piano continúa; comienzan sonidos de máquina de coser
[00:06:14] el piano se detiene, continúa la máquina de coser
[00:06:31] silbido de un tren; comienza el resoplido del tren y se intensifica
[00:06:40] continúa el resoplido del tren, comienza una música suave en el fondo
[00:06:58] (Actor) Frederick Douglass: Han pasado once días y medio y he cruzado tres mil millas del azaroso mar. En vez del claro cielo azul de América, me envuelve una suave niebla gris. Respiro y, ¡mirad!, el esclavo se convierte en hombre. Busco en vano en torno mío alguien que cuestione mi humanidad, que me reclame como esclavo suyo o me propine un insulto. Me encuentro sentado junto a gente blanca. Llego al hotel, y entro por la misma puerta. Me indican que pase al mismo salón, ceno en la misma mesa, y nadie se ofende.
[00:07:46] el piano toca fuerte; continúa el sonido del tren; empieza el sonido de la máquina de coser
[00:07:59] silbido del tren
[00:08:13] se detiene la máquina de coser; la música se calma; el tren desacelera
[00:08:17] (Actor) Frederick Douglass: Ahora estoy, como percibirá usted por la fecha de esta carta, en la vieja Escocia, donde casi cada monte, río, montaña y lago se ha hecho clásico gracias a las hazañas de sus nobles hijos. Raro es el arroyo o la colina que no se asocie con algún fiero y sangriento conflicto entre la libertad y la esclavitud.
[00:08:44] música, sonido del público tomando asiento
[00:09:02] aplauso del público
[00:09:15] (Actor) Frederick Douglass: Buen día a todos. Vean ustedes que tomo como un logro de mi raza esclavizada el hecho de que, al convocar aquí a hombres de los altos niveles del saber, la filosofía y la política, también hayan convocado a uno que viene de una plantación de esclavos. Con esto, el comité director, en un solo gesto, ha dado a su curso calidades tanto filantrópicas como cosmopolitas. [música] Daguerre, con esa sencilla y ubicua luz del sol, ha convertido al planeta en una galería de retratos. Los daguerrotipos, ambrotipos, fotografías y electrotipos, buenos y malos, ahora adornan, o desfiguran, todas nuestras casas. Hombres de todas condiciones ahora pueden verse como los ven los demás. Lo que antes fue lujo exclusivo de los ricos y los grandes ahora está al alcance de todos. La vieja máxima comercial de que la demanda regula la oferta aquí se invierte. La oferta regula la demanda. Lo mismo que la comodidad de los viajes ha lanzado a todos al mundo, la facilidad y el poco costo de los retratos han puesto a nuestro alcance el aparato de Daguerre.
[00:10:54] sube el volumen de la música
[00:11:01] (Actor) Frederick Douglass: Respecto a la influencia moral y social de los retratos, no sería extravagante decir de ello lo que Moore ha dicho de las baladas: “dejadme hacer las baladas de una nación, y no me importa quién haga las leyes”. El retrato y la balada son similares, aunque fuerzas sociales distintas. Uno conmueve al corazón por los ojos, la otra por el oído. Igual que los malos manuscritos, los retratos pueden ser un fastidio. Los autores, editores e impresores sufren con los primeros, mientras que casi todo el mundo ha sufrido con los segundos. Nos los empujan en cada casa que visitamos. Y lo que es peor, estamos obligados a dar opiniones sobre ellos. Los retratos, como las canciones, deberían dejarse para que se abran su propio camino en el mundo. Todo lo que deberían requerir de nosotros es colocarlos en la pared, con la mejor luz posible, y por lo demás, dejarlos que hablen por sí mismos. [sonido de agua] Si bien se mira, toda el alma del hombre es una especie de galería de retratos, un gran panorama donde al recogerse las cosas del tiempo y de la eternidad quedan pintados los grandes hechos del universo. El amor por los retratos es la primera de nuestras pasiones y una de las últimas que nos abandonan en nuestro peregrinar por la tierra.
[00:13:00] [continúa el sonido del agua] (Actor) Frederick Douglass: Se dice que los mejores dones son los peor usados entre todos los demás. Incluso la conciencia se extravía: se estremece con los deleitables sonidos, los bellos colores, los gráciles movimientos, pero duerme tranquila entre las diez mil agonías de la guerra y la esclavitud. [suena un látigo por encima de la música]
[00:14:40] [se detienen los latigazos, suenan insectos] (Actor) Frederick Douglass: Nunca vi a mi madre como tal más de cuatro o cinco veces en mi vida. Y cada una de esas veces fue muy corta, y de noche. Estaba conmigo en la noche y, mucho antes de que me despertara, se había ido. Trabajaba en el campo, y el látigo era el castigo por no estar en el campo al alba. [sonido de olas]
[00:15:28] Cantante femenina (extracto de “Devuelve el dinero”):
¡Devuelve el dinero! ¡Devuélvelo!
No tientes al Dios de los negros
para que fulmine a la Iglesia de Escocia
con su báculo vengador.
No hay ni ápice del dinero
que no sea un grito al cielo.
Y caerá la ira sobre todo el que proteja
a los que comercian con la sangre de los negros.
[piano, gaviotas]
[00:16:11] Voz de mujer: Ayer Eliza y yo nos levantamos a las cuatro, y armadas de cuerdas y palos, con Douglass cargando todas las herramientas que pudimos reunir, sin alarmar a los de la casa nos dispusimos a subir un buen trecho de Arthur’s Seat. [música de cuerdas, piano]. Eliza escogió el lugar, y sin perder un minuto empezamos a escribir nuestro grito de guerra. [música fuerte de instrumentos de cuerda]
[00:16:50] Cantante masculino (extracto de “La Iglesia Libre y su chico Tammy”):
¡Pobre de mí! Estás enojada, enojada,
mi buena Mammy;
echando espuma como barril de cerveza,
mi buena Mammy.
[00:17:00] Cantante femenina (extracto de “La Iglesia Libre y su chico Tammy”):
¿Deberé yo, tan libre como las olas del mar,
estrechar la mano de truhanes que azotan a mujeres,
y construir iglesias con la sangre de los esclavos?
Devuelve el dinero. Devuelve el dinero.
[00:17:13] música más fuerte, lluvia/tormenta, tren más fuerte en el fondo
[00:17:56] solo se escucha el tren
[00:18:35] comienza una música intensa junto al sonido del tren
[00:18:52] (Actor) Frederick Douglass: Mi espalda está marcada por el látigo. Lo podría mostrar. Podría hacerles ver las heridas del sistema en mi alma. [continúa la música]
[00:19:32] pasos, continúa la música
[00:19:58] (Actor) Frederick Douglass: A veces pensaba que haber aprendido a leer era una maldición más que una bendición. Me había hecho ver mi miserable condición sin darme un remedio. Me abrió los ojos ante el horrible foso, sin darme escalera para salir. En momentos de agonía, envidiaba a mis hermanos esclavos por su estupidez. Muchas veces he deseado ser una bestia. Prefiero la condición del peor reptil a la mía. Haría cualquier cosa, lo que fuera, por deshacerme de mis pensamientos. [se reanuda la música]
[00:21:03] (Actor) Frederick Douglass: Damas y caballeros, la distancia entre esta tribuna y la plantación de esclavos de la que escapé es considerable. Y las dificultades que hay que superar para llegar de la segunda a la primera no son ni remotamente leves. El hecho de estar aquí es motivo de asombro para mí, y también de gratitud. El comercio de esclavos en Estados Unidos es una realidad terrible. Yo nací en medio de ese espectáculo infernal. De niño, a menudo me herían el alma las percepciones de sus horrores. Viví en Philpot Street, Fells Point, Baltimore. Y he observado desde los muelles los barcos de esclavos en la dársena, anclados cerca de la orilla, con su carga de carne humana esperando por vientos favorables que la impulsen por la bahía de Chesapeake. [00:22:32] Y en la callada oscuridad de la medianoche, a menudo me han despertado los pasos fatigosos y los llantos lastimeros de las cuadrillas de encadenados que pasaban por nuestra puerta. ¿Qué es, para el esclavo americano, el 4 de julio? Yo respondo: un día que le revela, más que cualquier otro día del año, la enorme injusticia y crueldad de la que es víctima constante. Para él, vuestra celebración es una farsa. Vuestra presunción de libertad, una infame licencia; la grandeza de vuestra nación, vanidad inflamada. Vuestros cantos de alegría son vacuos y desalmados. [00:23:59] Vuestra denuncia de los tiranos, un descaro. Vuestros gritos de libertad e igualdad, burlas huecas. Vuestras oraciones e himnos, vuestros sermones y acciones de gracias, con toda su pompa y solemnidad religiosa, son para el esclavo mera fanfarria, fraude, engaño, impiedad, hipocresía. Un fino velo para ocultar crímenes que repugnarían a una nación de salvajes. No hay nación en la tierra, en esta hora misma, culpable de prácticas más espantosas y sangrientas que el pueblo de estos Estados Unidos.
[00:25:19] [aplauso]
[00:26:03] (Actor) Frederick Douglass: Tengo ahora en mi poder los documentos de mi manumisión. Nada enfurecerá tanto a Estados Unidos como el hecho de que me fui de la república americana como esclavo y regresé de la Inglaterra monárquica como hombre libre. [sirena de barco]
[00:26:35] comienza la música
[00:28:17] silencio
Créditos
Estudio Isaac Julián
Lecciones del momento - Frederick Douglass